Cada país del mundo, aunque con diferentes modalidades, establece que para que una marca sea considerada válida tiene que ser utilizada por su propio titular o con su consentimiento. En algunos países el consentimiento puede ser tácito, sin embargo en otros tiene que ser expreso de forma escrita a través de la concesión de una licencia que permita reconducir el uso de la marca al titular de la misma, a través de su licenciatario, evitando la caducidad por falta de uso.